La naturaleza humana en su más cruda expresión deja al desnudo una de las facetas más detestables del género: el esnobismo.
Dice el RAE: "Persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos".
Y pocas cosas tan esnobistas como la enología, sus iniciados y sus seguidores.
Me adentré en ese mundo hace años en Napa Valley pues trabajaba en la industria vinícola y, de alguna manera, me dejé seducir por el conocimiento en los vinos, las catas, los cursos, las conversaciones, los comparativos, Wine Spectator y, el placer de bajar el almuerzo y la cena con al menos un a copa de tinto.
Claro, incluso los gringos posteriores al 9-11 seguían con su complejito de inferioridad con los franceses y hasta las señoras más distinguidas del wine country aspiraban al acento francés hasta el ridículo de llamar a las tiendas Target, "Taryé".
De regreso a Colombia intenté convertirme en importador de vinos, con la obvia respuesta: me bebí todo el vino y los resultados económicos fueron desastrosos.
Pero por fueron los personajes que conocí: un par de franceses de dudosa procedencia que descrestaban calentanos con sus maneras afectadas y sobreactuadas, un paisa aguardientero tan arribista como los mismos franceses, un italiano gay que quería hacer otro tipo de negocios conmigo...
Todos, sin excepción, lagartos esnobistas que hacían alarde de su soberbia, otra de las fétidas actitudes humanas que el diccionario define somo la "Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás."
Y, bueno, ya que estamos en definiciones, la misma fuente explica que envanecer es "Causar o infundir soberbia o vanidad a alguien." Vanidad: "Arrogancia, presunción, envanecimiento", Arrogante: "Altanero, soberbio", Presumido: "Dicho de una persona: Vanagloriarse, tener alto concepto de sí misma."
Algunos amigos se dejaron contagiar por ese entusiamo vinícola y, menos mal, nos vemos con poca frecuencia. Hay que verlos empuñar la copa, subir la ceja, mirar el contenido a contraluz, bajar la copa al mantel -ojalá blanco-, agitar la copa, meter la nariz, sorber un poco, viajarlo por la lengua y el paladar, tragar el sorbo y verlos "imitar con afectación las maneras y opiniones de aquellos que considera distinguidos".
Desde acá les digo: déjense de estupideces y dejen disfrutar el vino como a los demás se nos dé la gana.
jueves, 2 de octubre de 2008
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