Es una ideología y un movimiento político cuyo proyecto central era el corporativismo estatal, en oposición tanto a la democracia liberal en crisis como al movimiento obrero tradicional en ascenso.
Radicalmente contrario a ambos, se presentó como una tercera vía o tercera posición, aunque el número de las ideologías contra las que se afirma es más amplio: el fascismo tiene sus enemigos agrupados en estos tres frentes: el social-comunista, el demoliberal-masónico y el populismo católico.
El fascismo es una ideología política fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo; y propone como ideal la construcción de una utópica sociedad perfecta, denominada cuerpo social, a partir de la hegemonía de las élites (oligarquías patronales, sindicales, burocráticas, militares, religiosas, todas unificadas por el gobierno), a las que deberían seguir y obedecer las masas (idealizadas como protagonistas del régimen, legitimándolo) para formar una sola entidad u órgano socio-espiritual indivisible.
Utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder dictatorial en el que se concentra todo el poder con el propósito de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la nación.
El fascismo se caracteriza por su método de análisis o estrategia de difusión de juzgar sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo.
Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplaza contra un enemigo común (real o imaginario, interior o exterior), que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de forma irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población.
La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran número de mecanismos de encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad general hasta desarrollar materialmente una oclocracia que se constituye en una fuente esencial del carisma de liderazgo y en consecuencia, en una fuente principal de la legitimidad del caudillo.
El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el nacionalismo del siglo XIX. De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo exacerbado que identifica tierra, pueblo y estado con el partido y su líder.
El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales.
jueves, 28 de agosto de 2008
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